sábado, 8 de noviembre de 2008

Zambita de la extranjera

ZAMBA
Irene Fernández; Luis Otero


Al viento le estoy cantando
lo que no puedo cantar
como una sombra que quiere
llegar a ser sombra del agua del mar.

Sin bombos ni chacareras
ni mate que recordar,
sin conocer las trincheras (1)
se va mi pañuelo contigo a volar.

En tus labios sangra el ceibo,
tu voz nochera es un jacarandá
y hasta en tu risa soleada
se ve al aromo encendido brillar,
cuando en tu pecho la Cruz del Sur
late el camino que he de alcanzar.

Antes de ti no hubo zambas
ni ingenios ni carnaval
ni el verde claro de Salta
ni el agua oscura de tu Paraná.

La zamba de tu pañuelo,
barco perdido en la mar,
en él se mecen tus ojos
que miran... que saben... que quiero bailar.

En tus labios sangra el ceibo,
tu voz nochera es un jacarandá
y hasta en tu risa soleada
se ve al aromo encendido brillar,
cuando en tu pecho la Cruz del Sur
late el camino que he de alcanzar.


(*) Escribí esta zamba pensando en el folklore, pensando que fue él mismo el que me trajo los modos de vida y la esencia de la gente que los hace y los canta. Después me di cuenta de que podía estar escrita para un hombre y me gustó la idea de esa ambigüedad.
(1) Trinchera: Espacio habilitado con troncos que se ponen alrededor del patio donde se hará la fiesta. Los troncos suelen medir 10 cm de diámetro, tienen un travesaño a la altura del pecho de un caballo para evitar que entren jinetes al patio de baile.
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